martes, 3 de septiembre de 2013

Mensaje Final del Capítulo General de la Congregación

A todos aquellos que se unen a las Hijas de la Inmaculada Concepción en su trabajo apostólico:
Al finalizar nuestro Capítulo General 2013, damos gracias a Dios por esta experiencia de comunión fraterna. Hemos podido, una vez más, redescubrir la riqueza de nuestro carisma mariano, del cual parte todo nuestro trabajo apostólico, al servicio de la Iglesia y del hombre de hoy.
La misión que realizamos junto a ustedes en la pastoral educativa, hospitalaria, parroquial, misionera, de acogida y asistencial, debe estar signada por la presencia de María. Como Ella, estamos llamados a ser “portadores de Cristo” (cfr. Constituciones 8).
Nuestra Fundadora, la Madre Eufrasia, escribió en una de sus cartas: “…qué valdría trabajar y trabajar mucho sin adquirir méritos para el cielo y llevar almas a Dios…” Y en otra oportunidad: “… ánimo y adelante, trabajemos con ahínco para la gloria de Dios y salvación de las almas.”
En las sesiones del Capítulo, hemos reconsiderado la necesidad de que todas nuestras obras posean su específica identidad católica.
En el número 25 de su Encíclica “Lumen Fidei”, el Santo Padre nos dice: “Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aún más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos. En la cultura contemporánea se tiende a menudo a aceptar como verdad sólo la verdad tecnológica: es verdad aquello que el hombre consigue construir y medir con su ciencia; es verdad porque funciona y así hace más cómoda y fácil la vida. Hoy parece que ésta es la única verdad cierta, la única que se puede compartir con otros, la única sobre la que es posible debatir y comprometerse juntos. Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo, y que no se pueden proponer a los demás con la pretensión de contribuir al bien común. La verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. […] Así, queda sólo un relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el fondo la cuestión de Dios, ya no interesa.”
Creemos que el principal servicio que hoy debemos dar a los destinatarios de nuestra misión es presentarles esta Verdad, que da sentido a la vida, que lleva al hombre a su plenitud.
Por eso, al dictar nuestras clases, al lado de la cama de un enfermo, misionando casa por casa, acompañando a un anciano, practicando la hospitalidad… o en cualquier apostolado en el que estemos comprometidos, no debemos “licuar la fe”.
Así lo pidió el Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada recientemente en Río de Janeiro.
Ésta es la misión que hoy vuelve a confiarnos el mismo Jesús, a través de su Iglesia. Es la misión que nos reclaman tantos hermanos sedientos de Dios.
Encomendamos a María Inmaculada los frutos de nuestro apostolado, que requiere una profunda unidad entre consagradas y laicos.
Les pedimos también que, junto a nosotras, recen por el aumento de vocaciones religiosas en nuestra familia FIC, ya que somos muy pocas para atender las necesidades de tantas obras. Tenemos la certeza de que Jesús sigue llamando. Por eso, contamos con la oración, la difusión y, tal vez, la colaboración de ustedes en nuestra pastoral vocacional.
Con afecto.
Hna. Nora y Hnas. Capitulares

28-8-2013

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